Combinar vino y queso es sinónimo de placer. Una relación que parece incuestionable e idílica no es tan sencilla ni favorable. Lee un poco más y aprenderás como combinar tipos de vino y de queso y exprimir la experiencia al máximo.
El queso y el vino, el vino y el queso. Es en realidad una combinación que guarda ciertos paralelismos con la combinación del limón o el vinagre con el pescado. Es algo a lo que nos hemos acostumbrado pero cuyos orígenes no tienen que ver con lo gastronómico sino con ocultar la posible mala calidad del pescado (o el vino) con otro ingrediente. Y fué así como algunos antiguos bodegueros ofrecían una tapa de queso con su vino de peor calidad y disfrazar así los defectos del vino.
Y es que ocurren ciertas cosas cuando los dos ingredientes se juntan en nuestro paladar:
A pesar de nuestro empeño por unir tan exquisitos manjares, las grasas y proteínas del queso entran en conflicto con las moléculas responsables de los aromas del vino tinto bloqueándolos. Además, a su vez, los taninos del vino tapan y ocultan el sabor del queso.
No obstante en Bodega en Casa te hemos preparado una sencilla guía para que puedas combinar vino y queso y disfrutar del resultado:
1.- Quesos de sabor fuerte
Quedan bien con tintos jóvenes, blancos melosos, espumosos o vinos dulces naturales.
2.- Quesos de sabor delicado
Con vinos tintos con cuerpo, blancos secos, rosados semisecos o espumosos.
3.- Quesos franceses de pasta blanda (Camembert o Brie)
Anulan completamente la expresión de un vino tinto, pero maridan a la perfección con blancos secos y minerales elaborados con sauvignon blanc. Con cremosos nacionales tipo Queso de Tetilla o Mahón, apostaremos por blancos jóvenes y afrutados. Los quesos de pasta cremosa (untables) van a ganar con espumosos, su efervescencia será el contrapunto perfecto al caracter graso del queso.
4.- Quesos azules (Roquefort, Cabrales, Gamoneu o Stilton)
Los quesos azules son para tintos fuertes y con cuerpo, blancos jóvenes y secos con buena estructura y grado alcohólico, o también espumosos frescos. Vinos que limpien la potencia de estos quesos. El perfecto equilibrio se consigue con vinos oscuros y poderosos, como Oportos o los monastrell mediterráneos.
5.- Quesos de vaca u obeja de pasta dura (Manchegos)
Para tintos más estructurados, a vinos con categoría y aporte de madera presente, como los de La Rioja o la Ribera del Duero y blancos de chardonnay. Los quesos muy curados funcionan mejor con un amontillado o un palo cortado jerezanos. De hecho, los vinos de Jerez son perfectos para todo tipo de quesos, sobre todo los más potentes.
6. Parmigiano Regiano
Un queso en el que hay que tener en cuenta su maduración. Entre 12 y 18 meses de curación presenta un sabor suave y armónico y es agradable con vinos blancos espumosos. Los de más maduración hay que combinarlos con tintos de cuerpo medio como Riojas, Ribera del Duero.
7. Cheddar y Feta
El queso Cheddar queda bien con vino tinto ligero, blancos suaves o vinos con burbuja. El feta va a maridar con tintos ligeros o con vinos blancos afrutados.
8. Queso fresco
Blancos ligeros o rosados.